En el mundo de los signos vemos cómo la semiótica no se
limita exclusivamente al acto comunicativo como tal, sino que busca además de
transmitir un mensaje, una intención significativa. De esta manera asumimos que
la comunicación es uno de los tantos rasgos que componen al vasto complejo
semiótico al que, sin lugar a dudas, no se le puede dejar por fuera al momento
de realizar un riguroso análisis de lo que nos depara en la realidad
lingüística.
Un análisis semiótico, desde nuestra perspectiva, permite
la puesta en marcha de un proceso de interpretación de todo lo que nos llega a
través de la comunicación desde sus diferentes formas. Una vez captado el
mensaje, el receptor podría apreciar una intención directa o un sinnúmero de ambigüedades
del producto de ese acto, entonces es aquí donde hablamos de perspectivas hacia
el signo.
La razón de la semiótica para estos casos es llevarnos a
descubrir diferentes campos del lenguaje para darle sentido a las cosas y esto
se logra aplicando los niveles de análisis.
No
cualquiera puede ser un escritor, pero un escritor puede venir de cualquier
parte. No es difícil concebir el hecho de que existen mundos plasmados en
libros imaginados por mentes que no tienen que ser las más brillantes. Existen
letras que son capaces de transportarnos de un lugar a otro en un santiamén,
capaces de hacernos sentir, amor, dolor, felicidad y hasta agonía. Hay autores
que llegan a ponernos en la misma brecha por la que transitaron para poder
hacer un escrito, llámese cuento, novela, crónica, etc.
En
algunos casos vamos paralelamente al leer, por la ya mencionada brecha; en
otros, cruzamos de un lado a otro como atravesar una calle, y en otros ni
siquiera vemos tal sendero y terminamos sin entender la postura del autor, pero
concluimos en algunas ocasiones con una sonrisa por terminar de haber leído
algo.
Aun
así, existen pautas planteadas desde la semiótica que nos ayudan a comprender
el trasfondo de un texto narrativo. Estas pautas a primera impresión pueden
parecer tediosas y difíciles pero
después de práctica pueden abrir nuevos horizontes de significación. Por
ejemplo, para el relato de la cenicienta podemos encontrar en primer lugar el
análisis de la secuencia inicial y final, teniendo en cuenta los aspectos
relevantes que conllevan al avance de los hechos. Es decir, aquellas
“realidades” que imagina el autor para poder darle movimiento o impulso a un
relato cualquiera. Por ejemplo, una personaje malvado, una situación por
resolver, etc.
En
segundo lugar, está el ordenamiento sintáctico que no es más que esa secuencia
significativa de los hechos en un relato. Siguiendo con el anterior, sería la
vida de esta plebeya, su sueño de ir a palacio, la pérdida de una zapatilla, el
anhelo del rey porque su hijo se case, etc. En tercer lugar vendrían los puntos
clave del análisis sintáctico que dependen del tipo de relato al que se va a
aplicar. En este caso encontramos la aparición de una mediación que es el
querer por parte de cenicienta, casarse con el príncipe. Esta mediación está
comprendida por una conjunción espacial que es ese contexto donde se
desarrollan los hechos y una conjunción amorosa comprendida por ese sentimiento
de amor que se respira en cada letra o escena.
Y
para finalizar vendría a ser la boda entre el príncipe y cenicienta, donde
podría plantearse que la segunda pasaría de un estado a otro para mejorar su
condición amorosa y económica.
En
fin, podría continuarse este análisis desde lo semiótico y no bastarían dos o
tres cuartillas para hacerlo. Lo relevante entonces es saber que se puede
acercar a elementos pertinentes para entender verdaderamente un relato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario